El cerebro almacena no solo recuerdos sino también las emociones que sentimos en ese momento.
Los recuerdos están destinados al olvido pero los recuerdos traumáticos (trauma significa herida, daño) tienen muchas dificultades para borrarse y, por eso, se quedan fijados en nuestra memoria. El hecho traumático no se recuerda sino que se revive, se grabó en un contexto de gran tensión emocional (rabia, miedo…) y tú vives hoy, de igual manera, cualquier situación que, de algún modo, tiene que ver con aquello, se le parece.
Esto explica que esa inseguridad, “miedo” que sintió Andrés con 10 años en clase ante ese tiarrón (su profe) de 21 años la sienta ahora ante tiarrones aunque les doble en edad (35,40 años).
Entonces estaban en clase y el profesor le riñó por no haber hecho alguna tarea. Los demás se rieron y él se sintió muy incómodo, mal.
Hoy en día es un ejecutivo y siente esa vulnerabilidad cuando tiene que dirigir, “preparar” al equipo, se siente como examinado, como entonces, conecta con esas primeras memorias de malestar a las que sigue atado.
Hallemos ,pues, esas primeras memorias que siguen funcionando hoy 40 años después. Cuando pasa esto quien manda es la parte emocional, cerebro emocional. Vamos a conseguir que sea la razón, sentido común quien vuelva a llevar las riendas y el control de la situación.
Así que vamos a dotar de reloj, introducir el tiempo en el cerebro emocional. Para este cerebro no crecemos, cualquier crisis se queda ahí pero tu memoria, tu cerebro, tiene que escuchar que ya no le pasa lo que le pasó. Es diferente el tiempo presente y pasado, es diferente la edad de antes, 10 años, y la de ahora, 35/40 años, el yo de ahora versus el yo de antes. Con 35/40 años sigue experimentando lo mismo que con 10 años, para tu cerebro sigue ocurriendo. Y esto no puede ser, no puede ser que tu reacción como adulto sea igual a tu reacción de cuando tenías 10 años.
Ese acontecimiento pasado ha producido mucho impacto en la persona. ¿Cómo hacer para que lo digiera y pase página de verdad?
Podemos considerar la psicología como una rama de la amistad. Para hacer el trabajo que detallo a continuación es esencial partir de una buena relación, vínculo terapéutico entre el psicólogo y el paciente y así crear un clima adecuado de seguridad, relajación y confianza. De manera natural van fluyendo recuerdos, emociones, sensaciones…de lo que nos hace sufrir. Vamos a convertir este sufrimiento en autoconocimiento y satisfacción.
Primero voy a introducir y aclarar otro concepto FDS, focalización por disociación selectiva. Al focalizar, conseguimos un estado mental en el que el pensamiento racional, queda reducido, mermado y es el cerebro emocional, las emociones quien domina, cobra más fuerza e importancia.
Partiendo de un estado de relajación, vamos a llegar al cerebro emocional donde está el trauma, la emoción, para hablar con esta parte que se asusta y tiene miedo así:
“Cierra los ojos y deja fuera la parte racional y entra como en el sueño, “deja que te surjan, que te vengan situaciones de tu vida en que hayas sentido sensaciones parecidas a las que traes aquí, que quieres trabajar“.
Así van surgiendo diferentes momentos de nuestro pasado asociados con sentirnos mal, vulnerables… que vamos comentando, trabajando hasta llegar a la original, la primera de donde procede el malestar actual, miedo, vulnerabilidad…
Instalamos la percepción de que ahora no está pasando eso y si pasara haría cosas diferentes o dejaría de hacer cosas. Revisamos las memorias antiguas y grabamos otras al lado de aquellas para relativizarlas.
Así estas situaciones son integradas, digeridas, puestas bajo nuestro dominio y, de esta manera, cambiamos el sufrimiento, malestar , miedo … por seguridad, satisfacción. Hacemos pasar las memorias traumáticas a recuerdos, destinados al olvido (PTL).
“Cada vez que tiene que enfrentarse con su profesor, hijo…, aunque sabe que no pasa nada, hay algo que le gobierna, tiene memorias que se activan y reacciona desde esa emoción de miedo”. Esto, será un recuerdo del pasado.
